20 febrero 2013

TESTIMONIO: M. Augusta Tescari




M. Augusta Tescari
Postuladora General O.C.S.O.
(Ordine dei cistercensi della Stretta Osservanza)





Reverendo Postulador,
he leído con mucha atención la documentación que usted me ha dado a propósito de la sierva de Dios, la Rev.da madre María Evangelista Quintero Malfaz.
Si bien se trata de un proceso histórico, referido a una persona que ha vivido hace muchos siglos, he llegado a la certeza personal de que vale la pena instruir el proceso  para su beatificación y que tal cauda puede ser de edificación y de progresos para toda la Diócesis en la cual se encuentra el Monasterio de Casarrubios del Monte.
He llegado a esta opinión fundamentalmente por dos motivos:
-La sierva de Dio ha demostrado, durante su existencia, una humildad y una paciencia heroicas sobre todo en la aceptación de las dificultades  y de las pruebas ligadas a su vocación y a la fundación del Monasterio de Casarrubios.
-Su fama de santidad ha resistido el paso del tiempo, signo evidente de que el designio de Dios es que su santidad sea confirmada por el sello de la Iglesia. Le animo por tanto  -como Postulador de la Orden Cisterciense- y a las monjas del Monasterio de Casarrubios –como actrices de la causa- a perseverar en la empresa iniciada, pidiendo al Arzobispo de Toledo que introduzca la causa de Madre María Evangelista.

Le saludo, deseándole un  buen trabajo.

M. Augusta Tescari
EN ITALIANO (La original) 

Ho letto con molta attenzione la documentazione da lei fornitami a proposito della Serva di Dio, la Rev. da Madre María Evangelista Quintero Malfaz.

Benché si trarri di un processo storico, che riguarda una persona vissuta parecchi secoli fa, ho raggiunto la certezza personale che vale la pena di istruire il processo per la sua beatificazione e che tale causa può essere di edificazione e di progresso per tutta la Diocesi in cui si trova il Monastero di Casarrubios del Monte.

Sono giunta a questa opinione fondamentalmente per due motivi:

-La serva di Dio ha dimostrato, durante la sua esistenza, un’umilità e una pazienza eroiche nell’accettazione sopratutto delle difficoltà e delle prove legate alla sua vocazione e alla fondazione del Monastero di Cassarrubios.


-La sua fama di santità ha resistito all’usura del tempo, segno evidente che il disegno di Dio è che la sua santità sia confermata dla sigillo della Chiesa. Incoraggio quindi Lei –come Postulatore dell¿Ordine Cistercense- e le Mocache del Monastero di Casarrubios-come attrici della causa- a preseverare nell’imprea iniziata, chiedendo all’Arcivescovo di Toledo di introdurre la causa di Madre María Evangelista.


Le progoo distinti saluti, augurándole un lavoro pro ficuo.


M. Augusta Tescari
Postulatrice Generale O.C.S.O.
(Ordine dei cistercensi della Stretta Osservanza)


15 febrero 2013

Testimonio: P. Juan Carlos Plaza Pérez

D. Braulio Arzobispo  y P. Juan Carlos Plaza Pérez
Párroco de Cigales,  pueblo natal de M. Maria Evangelista 

Querida M. Abadesa y comunidad:
Me complace dirigirle esta carta en la que de alguna manera deseo dar testimonio de lo que me ha suscitado adentrarme en la biografía de la Madre María Evangelista.

Hasta hace poco tiempo no tenía ningún dato acerca de esta monja cisterciense del siglo XVI, hija de la villa de Cigales. Para mi es un orgullo contar con personas como M. María Evangelista o Fray Antonio Alcalde, a la sazón obispo de la orden de predicadores en México durante el siglo XVIII; los dos oriundos de Cigales de la cual tengo la dicha de ser el párroco.

A la luz de lo que he leído puedo destacar algunos valores que esta mujer tuvo desde que era una niña. Y aunque sean fruto del pasado, son imperecederos y también continúan incorruptos -como su mismo cuerpo-, siendo válidos para una sociedad que precisa testigos vivos de Jesús, el Resucitado. María Evangelista está predestinada desde el seno materno y es, por ello, que desde los primeros pasos de su niñez ella es cercana y sensible por todo lo religioso. Esta actitud cristiana la ha aprendido desde el despertar religioso en el seno de una familia cristiana.

M. Evangelista posee muchas cualidades y todas ellas pueden ser reflejo de la presencia de Cristo en cada cosa. Me gustaría destacar, especialmente, la humildad en muchos momentos de prueba y de contradicción, la atención a todas las personas con las que se encontraba en su entorno y por las que se desvivía, así como la sencillez con la que vivía en la cotidianeidad, etc.,…

No cabe duda de que la Madre está en continua comunión con Cristo y la intimidad que mantiene con el Señor le lleva a tener una experiencia espiritual muy rica y profunda. La fuerza de Dios es la que le mantiene en pie frente a las adversidades que le iban llegando, las cuales las asocia a la pasión de Cristo, por la que ella también siente una verdadera pasión.
Doy gracias a Dios que quiso llamar a esta mujer para ser su esposa, ya que en la profesión de los consejos evangélicos se asoció a Cristo y a su Iglesia perpetuamente. Su vida de fidelidad al Señor es testimonio para nosotros pues ella

llegó a vivir plenamente lo que se espera de cada cristiano llamado desde el Bautismo a la santidad. También le doy gracias por las personas sencillas, como María Evangelista, que viven desde lo hondo una experiencia viva de la fe y nos manifiestan que el Amor tiene sentido solo a través del seguimiento de Cristo pobre y humilde.

Próximos a la apertura del Año de la Fe y al Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización de la transmisión de la fe cristiana nos encomendamos a Madre María Evangelista para pedir al Señor por la Iglesia universal, para que de entre nosotros surjan vocaciones, como la de esta monja cisterciense, que vivan la vida cristiana con fe profunda y evangelicen sin reparo y sin miedo.
En unión de ánimos,
P. Juan Carlos Plaza Pérez
Párroco de Cigales


13 febrero 2013

Testimonios: Mons. Juan José Asenjo Pelegrina y Mons. Ángel Rubio

 D. Juan José Asenjo Pelegrina
             Arzobispo de Sevilla
 Estimada Madre Abadesa

            Con mucho gusto acuso recibo de su correo del pasado 9 de agosto, en el que me solicita, después de recordarme mi paso por su Monasterio en mis años de Obispo Auxiliar de Toledo, que me pronuncie sobre la oportunidad de incoar el proceso de canonización de su Madre Fundadora, la Revda. Madre María Evangelista.

            Al mismo tiempo que le agradezco su solicitud, tengo que decirle que he leído la pequeña biografía que ustedes me han enviado y he podido admirar su vida santa, su profunda comunión con el Señor, su vida de caridad y amor a sus hermanas y todas su virtudes: su amor a la oración y al silencio, su vida mortificada, su amor a la obediencia y su gran humildad. Estoy convencido de que merece la incoación del proceso de canonización, que si algún día pudiera llevarse a cabo sería un gran servicio para la Iglesia, poniendo en el candelero las virtudes de esta mujer excepcional, que tanto puede edificar al pueblo de Dios. Por mi parte, me vería sumamente complacido si, efectivamente, se iniciara el proceso de canonización.

            Agradecido a su atención, aprovecho la ocasión para enviarle mi saludo fraterno y cordial, que le ruego extienda a toda la comunidad, de la que guardo un excelente recuerdo. Me parece que fue Sor María Cruz la monja de la que presidí su profesión solemne. Para ella y para todas, mi bendición.

            Afmo. En el Señor                       
                        Juan José Asenjo Pelegrina
                              Arzobispo de Sevilla


D. Ángel Rubio Castro
Obispo de Segovia 
 Queridas Hermana Cistercienses:

            En relación con la posibilidad de incoar el proceso de canonización de La Madre Fundadora M. María Evangelista, por mí parte me adhiero a la Instrucción de la Causas de Canonización por sus virtudes heroicas y pido y deseo que pronto tengamos una monja en los altares.

            Con mi afecto y oración. 

 Ángel Rubio Castro
  Obispo de Segovia
 

08 febrero 2013

Testimonio: Mons. Rafael Palmero Ramos

Mons. Rafael Palmero Ramos
 Obispo de Orihuela-Alicante

            Hace años, siendo obispo auxiliar de la diócesis de Toledo, oí hablar y, por lo mismo, soy testigo de la fama de santidad de la madre María Evangelista (1591-1648), monja cisterciense, fundadora del Monasterio Cisterciense de la Santa Cruz en Casarrubios del Monte (Toledo).

            Tal fama de santidad no sólo existió durante su vida y se manifestó con ocasión de su muerte, según testimonios de viri graviores de la época, sino que ha pervivido a lo largo de los siglos, siendo prueba eficiente la actual Comunidad cisterciense del Monasterio por ella fundado y otras personas que con su doctrina son alentadas a vivir en santidad.

            Desde su infancia, en el itinerario de su vida se manifiesta su “camino de purificación” que asciende hasta la “unión” con Dios, por el sufrimiento y la obediencia, como participación en el misterio pascual de Cristo, cruz y resurrección. Así lo escribe ella en un diálogo orante: “Entonces díjome el Señor: Mi camino es camino de Cruz, no hay otro mejor. Por eso Yo lo escogí para Mí y éste es el tuyo… ésa es Mi obra en ti, es tu senda y por ella has de caminar, porque el amor de trabajos y cruces no lleva mezcla de naturaleza”.

            Llamada al seguimiento de Cristo en la vida religiosa, la Madre María Evangelista, supo aceptar el servicio humilde como “monja lega” durante diecisiete años. Pero, con la audacia de quine busca ser fiel a la voluntad de Dios y a pesar de las dificultades que soportó pacientemente, narran los contemporáneos que después de ser aceptada como “monja corista”, el 25 de octubre de 1633 salió a fundar un nuevo monasterio cisterciense.

            Si bien fue favorecida en su vida mística con diversas gracias o signos extraordinarios, la vivencia ejemplar de las virtudes cristianas se hizo tan connatural en ella que, según cuentan, llevaba una vida sencilla. Arraigada en la oración, supo mantener con fortaleza sobre natural y con gozo ejemplar la fe y la esperanza, principalmente, en los momentos difíciles.

            Destacó, sobre todo, por su caridad con Dios y su manifestación en la entrega del don de sí al prójimo. Su exquisita caridad hacia sus hermanas de comunidad era admirable, como consta en la Relación-Historial de la fundación. Atendía igualmente “con afabilidad y grande salida” a las personas que, atraídas por su fama de santidad y sabiduría sobrenatural, acudían al Monasterio con frecuencia.

            En sus escritos se percibe el progreso espiritual de unión cada vez más íntima con Cristo, mediante una amorosa relación viva y personal de tal modo, que, a mi juicio, puede ser considerada figura preclara desde el punto de vista de la espiritualidad.

            Por todo ello, para que brille la obra de Dios en su Iglesia como estímulo en el camino perseverante hacia el “alto grado” de la vida cristiana, me adhiero a la petición de incoar la Causa de canonización de esta Madre María Evangelista.
 Rafael Palmero Ramos
Obispo de Orihuela-Alicante




07 febrero 2013

TESTOMONIO Mons. Juan Miguel Ferrer

Sobre la fama de santidad de M. María Evangelista, fundadora del Monasterio Cisterciense de Casarrubios del Monte (Toledo).


 Mons. Juan-Miguel Ferrer
 Subsecretario de la CCD y DS 

 Muy querida Comunidad
De La Santa Cruz de Casarrubios del Monte:

                        Con gran ilusión las escribo al saber de los trabajos por introducir la causa de Beatificación de Madre María Evangelista, fundadora de su Monasterio.

                        Creo que a M. Mª Evangelista le ha sucedido como a otras fervientes religiosas de su tiempo, lo que en su día las estimuló y cooperó a su fama de santidad, se tornó, poco después en un impedimento para que se siguieran las consecuencias lógicas de la misma, abrir sus procesos de beatificación/canonización. Tal factor está ligado al testimonio y grandeza de santa Teresa de Jesús, doctora mística. 

                        Santa Teresa muere, ya conocida en muchos lugares de España, en 1582. A los 22 años de su partida al Cielo se inicia su proceso de canonización 1604. En 10 años es beatificada y 8 años más tarde, en 1622, es canonizada. Esos 40 años entre la muerte de santa Teresa y su Canonización son en España un “horno” espiritual que difunde su vida, obras y fama por doquier. Lógicamente se produce una estela de fervor que lleva a muchas jóvenes a no sólo querer ser monjas, sino monjas santas y entregarse de cuerpo y alma al Señor. Pero también se produce en el ambiente religioso una admiración, tal vez excesiva, por los fenómenos místicos extraordinarios. 

                        El siglo XVII español está lleno de religiosas de todas las órdenes con deseos de reforma y santidad y con verdaderas virtudes, sin descartar algunos casos de falsa emulación. Y los primeros testimonios de sus vidas ponen un acento fuerte en los “fenómenos extraordinarios que rodearon sus existencias”.  

                        La reacción no se hizo esperar mucho, de la admiración se pasa a “recelar” o “desconfiar” de la verdadera santidad de cualquier monja que se dice ha vivido gracias místicas extraordinarias o se ha caracterizado por querer reformar. Las consecuencias de este cambio de actitud, más o menos justificado, han llegado hasta nosotros alimentadas por el racionalismo del siglo XIX y el secularismo del XX.

                        Son aun muchos los que se preguntan: ¿qué puede aportar a los cristianos de hoy tal modelo de santidad?

                        La madre María Evangelista merece escapar a esta sombra de duda a mi entender. Una duda que, pese al paso del tiempo, soy testigo, no ha conseguido apagar la devoción de las gentes de Casarrubios y de la Comunidad por ella fundada en dicha Parroquia de la Archidiócesis primada de Toledo. 

                        Sin afirmar ni negar las gracias extraordinarias de M. Mª Evangelista, hay que centrar la atención en sus virtudes y en el recuerdo del testimonio de sus obras. Virtudes cristianas que se alzan sobre una sólida arquitectura humana de la personalidad laboriosa, tenaz, valiente y sencilla de la Madre. 

                        Lo que atraía de ella era su humildad y alegre caridad, su ser entregado totalmente a Dios, su querer ser contemplativa y por tanto monja “de coro”, no por rehuir el trabajo físico, sino por tener más dedicación a la alabanza divina. Lo que destaca como rasgo de su vida de unión con Cristo su amor a la Cruz, expresión del amor al Cristo paciente, hasta hacer de ella una nueva “Verónica” , antes por su caridad que por el milagro de secar el rostro del cuadro del “Cristo de la Sangre”. 

                        Libre de toda tentación de “milagrerismo” (que no quiere decir descartar todo lo extraordinario que de ella nos ha transmitido la tradición), hemos de descubrir en M. Mª Evangelista una mujer valiente y alegre, que fue derramando perdón y caridad y supo buscar amar a Dios y al prójimo (esencialmente sus hermanas de Comunidad) mediante la atención a las cosas pequeñas, como queda muy claro en su biografía. 

                        Invito a darla a conocer más desde una biografía científica que ponga en el centro de mira las virtudes eximias de la Madre y ponga en un apéndice la consideración crítica de todo lo que la tradición nos ha podido legar de sus gracias místicas extraordinarias, que ni fundan ni impiden la santidad. 

                        Ánimo en esta tarea histórica, pero sobretodo espiritual, que reclama de ustedes todas, un renovado empeño de fidelidad a su Bautismo y a su vocación y profesión como religiosas del Cister.

                        Con mi recuerdo tan agradecido como afectuoso.
Aftmo. in Cto.